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PICK DE LA SEMANA: ADACHI TO SHIMAMURA, NO HAY NECESIDAD DE ESTEREOTIPAR

Esta semana me dí cuenta de que soy víctima totalmente de las portadas. Hace unos cuantos meses me pasó con “Aobuta” y ahora con “Adachi to Shimamura”, que tiene a dos niñas volando al estilo ET en una bicicleta con un montón de pelotas de ping pong a su alrededor. No me pregunten porqué, pero me llamó la atención.




El yuri es un género del manga que relata una historia de amor entre dos mujeres. Desde el siglo XX comenzaron a existir historias de ficción alrededor de esta temática en Japón, siendo Nobuko Yoshiya la escritora más importante de la época. “Hana Monogatari” es, probablemente, su obra más popular, siendo una serie de relatos sobre chicas que conviven en un dormitorio y como comienzan a vincularse románticamente y sexualmente entre ellas. La trama de dichas ficciones y de todas las demás de la época terminaban en tragedia y con amores no correspondidos o imposibles de materializarse, estando muy presente el sistema heteronormado y dando, quizás inconscientemente, el mensaje de que esas relaciones nunca funcionan por intentar desafiar al mismo.



A pesar de la presencia mucho más constante y aceptada por la sociedad de este tipo de temáticas, no fue hasta los años setenta que comenzaron a surgir mangas yuri. “Shiroi Heya no futari” de la mangaka Yamagishi Ryoko es el primer manga yuri de la historia, publicado en 1971. Con esto surgieron cada vez más obras relatando relaciones homosexuales, tanto entre mujeres como entre hombres, a cuyas historias se les conoce como yaoi, pero no dejaba de perpetuar el mismo tipo de finales o la presencia de una persona en la pareja interpretando el estereotipo de “hombre”, teniendo una apariencia más andrógina, una voz más grave o directamente utilizando ropa “para hombres”. El esfuerzo y la visibilidad estaba ahí, pero sin poder hacer a un lado los lugares comunes y el machismo.


Poco a poco se fue integrando de mejor manera el género en la sociedad y con la llegada de Sailor Moon también tuvimos un gran impacto, al mostrar abiertamente a dos mujeres en una relación con total naturalidad, Haruka y Michiru. En esta misma década de los noventa “Jukkai me no Jukkai” de Wakuni Akisato se aleja totalmente de la tendencia trágica.



El inicio de siglo también nos trajo la primera revista yuri, “Yuri Shimai” que fue seguida de muchas otras hasta la actualidad, en donde son cada vez más populares y también se le da lugar a temáticas nuevas y más realistas de las relaciones lésbicas, sin tomar en cuenta la heteronormatividad.



Mi primer acercamiento al yuri fue hace muy poco, en realidad. Veía en todos lados que la gente hablaba un montón sobre “Citrus” y decidí ver algunos episodios, pero no pude terminar de verla. Me alejó totalmente la agresividad con la que se maneja el descubrimiento de una de las protagonistas, con la otra teniéndola como depredadora. Sólo ví hasta ahí, quizás dí por sentado que el resto de la serie continuaría con dicha dinámica y me equivoqué, pero no me agradó en lo absoluto.


Fue por eso que me sorprendí tanto al encontrarme con “Adachi to Shimamura”, que me pareció un aproximamiento bastante real y dejando a un lado problemáticas que para muchas personas (yo sé que no para todo el mundo) ya no son un inconveniente hoy en día, como lo es saberse enamorade de otra persona de nuestro mismo género.


Escritas por Hitoma Iruma e ilustradas por Non, “Adachi to Shimamura” es una serie de novelas ligeras que se publican desde 2012 hasta la actualidad. Teniendo dos adaptaciones al manga y una reciente al anime, que terminó hace pocas semanas. Con doce episodios, nos relata la vida de Sakura Adachi, una chica de primer año de preparatoria, que tras conocer a Hogetsu Shimamura saltándose una clase, se da cuenta de que está enamorada de ella.


Es sumamente real y tierno, creo que todes hemos pasado por algo así. Hemos sentido lo mismo que Adachi a lo largo de los episodios y a pesar de que en muchos momentos me parece algo boba, igual que Shimamura, es muy probable que yo haya sido igual cuando alguien me gustaba a su edad. Además, los primeros amores son medio bobitos, ¿No?



Las dos protagonistas me caen muy bien, las quiero y las entiendo mucho y considero que es este el punto más fuerte de la historia, lograr la conexión con el espectador. Me encanta que no necesite centrase en ninguno de los clichés anteriormente mencionados para desarrollar a las chicas y a la trama. Además me tenía con una carita de amor durante todos los capítulos, deseaba con todo mi ser que pudieran ser felices por siempre y para siempre.


También me gusta mucho el cómo ellas maduran poco a poco, cómo crecen y enfrentan las situaciones de manera diferente conforme pasan los episodios. Conocer la perspectiva de ambas también me parece muy interesante y enriquecedor para la narrativa de la historia, me da la impresión de que ellas estuvieran leyendo su propio diario o algo así. Siento que yo tuve todos esos pensamientos alguna vez.


La animación a cargo de Tezuka Productions me parece fenomenal, al igual que el estilo de dibujo que se utiliza. Un gran acierto es también el trabajo de Natsumi Tabuchi, Hanae Nakamura y Miki Sakurai en la banda sonora de la serie.




Y aquí viene mi lista de quejas, porque no todo puede ser perfecto: ni el opening ni el ending me gustaron, lo cual sí creo que pudo haberle dado mucho más poder a la serie en general. No creo que sean horribles, pero no considero que estén a la altura de la obra. Mi opinión, tal vez a ustedes les encante.


El otro punto que me conflictúa es la innecesaria cantidad de planos de piernas. Entiendo que para alguna de las protagonistas eso pueda parecerle atractivo, porque a mí también me gustaría recostarme en las piernas de la persona que me gusta, pero de verdad es un exceso. Pueden estar hablando de cualquier otra cosa o en un silencio y vemos piernas, piernas por todas partes. Es casi imposible librarse de elementos así y no caer en el clásico de las lolis resulta ser muy complicado para los animes, al parecer. Se pudieron haber ahorrado la mitad sin ningún problema, pero supongo que tomará un poco más de tiempo para notar esos cambios. Historias como estas me dan esperanzas en ese sentido.


Aún así, creo que los pros son muchísimos más que los contras, que me parece muy valioso que este tipo de historias comiencen a contarse y que se hagan así, sin necesidad de ser un estereotipo en el que simplemente no caben las cosas, porque no suelen ser así y que venden una fantasía bastante distorsionada de la realidad a la gente que las consume con la finalidad de satisfacer a un público el cien por ciento de las veces (hombres jeje). No llegará una persona a someterte contra la pared para lamerte el cuello y que te des cuenta de que te gusta (creo que sí es así la escena de “Citrus”). Las cosas no son así.


“Adachi to Shimamura” es preciosa, es linda y es muy pura y qué bonito es el amor juvenil.




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